miércoles, 8 de abril de 2015

DATOS y RELATOS

Que sufrido es el papel y que maleables resultan algunos datos. Estas son dos ideas que me vienen a la cabeza cada vez que el INE, el SEPE, la Seguridad Social o cualquier otro organismo oficial nos da a conocer los resultados de sus balances, estadísticas, encuestas o el formato que corresponda. Digo organismo oficial por diferenciar de esas otras encuestas pagadas por parte interesada que suelen publicarse regularmente, parece que más con la intención de orientar nuestro voto que con la de informar de manera mínimamente objetiva sobre una realidad concreta.

La última ha sido sobre la creación de empleo y ha servido para que el gobierno central y sus delegaciones territoriales saquen pecho y anuncien a los cuatro vientos lo bien que vamos. Hay que repetirlo muchas veces, en prensa, radio, televisión, redes sociales, vallas publicitarias y donde quiera que sea que puedan colarse. Lo repiten tanto que alguno puede acabar dudando si las cosas son como uno las ve o como a uno se las cuentan. Ha llegado la recuperación, crecemos más que nadie, creamos empleo y todo el mundo sonríe por las calles. Vivimos en un musical.

Pero en mi barrio, en mi pueblo, hay demasiada gente que no encuentra motivo alguno para sonreír, es curioso, muchas personas siguen sin trabajo, la mayoría de ellas incluso sin prestación. Y los que han ido encontrando un puesto de trabajo, son tan temporales, que ya ni siquiera duran semanas, se miden por días. Son tan precarios que la jornada laboral que reza en el contrato, a veces es más corta que el tiempo empleado en el desplazamiento de ida y vuelta a la empresa. Está tan mal retribuida que da vergüenza hablar de ello.

Establecer indicadores macroeconómicos para medir la evolución de las cosas es necesario, pero que esos indicadores reflejen una realidad es importante para evaluar esa evolución. Los tiempos en que tener un contrato de trabajo te alejaba de la pobreza y de la exclusión social, parece que han pasado. Tener contrato ya no garantiza eso y por tanto, medir sólo el número de contratos sin fijarnos en lo que hay detrás, es dejar el trabajo a medio hacer.
Saber el número de contratos que se hacen es importante. La calidad de esos contratos también. Esconder una realidad dura, todavía demasiado dura, detrás de un dato que de manera aislada puede parecer positivo, es irresponsable y a la vez peligroso.

En este país, la pobreza sigue aumentando, la brecha social ensanchándose y las condiciones de vida de una inmensa mayoría deteriorándose. Las reformas laborales, junto con otras muchas que han supuesto no sólo limitación de derechos, sino también de libertades suponen un lastre demasiado pesado para la construcción de una sociedad justa e igualitaria.


La propaganda puede empeñarse en dibujar un mundo feliz, pero la realidad sigue emborronando el cuadro. 

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