Se han cumplido tres años de la reforma
laboral. Es un buen momento para analizar las consecuencias de la misma, el
cumplimiento de los objetivos planteados, si ha servido para algo, para qué y
para quién.
Lo vemos a partir de tres afirmaciones
contenidas en la propia justificación de la ley.
1.
“La incertidumbre a la hora de entrar en el
mercado de trabajo, los reducidos sueldos iniciales y la situación económica
general están provocando que muchos jóvenes bien formados abandonen el mercado
de trabajo español y busquen oportunidades en el extranjero”.
La incertidumbre, tres años después se
mantiene, tanto es así que la tasa de paro sigue en valores superiores al 23%,
y si nos fijamos en los más jóvenes, el porcentaje supera el 50%. Invertimos en
la formación de nuestros jóvenes, los mejores profesionales en la historia de
este país, nuestro activo más importante, para regalárselo a otras economías
que han apostado por empleos de más calidad.
Denunciaba el RDLey que los sueldos iniciales
eran reducidos, y efectivamente, ahora ya no lo son exclusivamente los
iniciales, esta situación se ha extendido al conjunto de la clase trabajadora, se
ha producido una caída salarial en algunos sectores próxima al 5%.
2.
“Las cifras expuestas ponen de manifiesto que
las reformas laborales realizadas en los últimos años, aún bienintencionadas y
orientadas en la buena dirección, han sido reformas fallidas”.
Otra afirmación del texto legal que nos sirve
para evaluar si ahora la orientación es la adecuada. Tras la reforma de 2012,
la negociación colectiva ha sufrido un retroceso importante, no sólo en cuanto
a convenios colectivos firmados, sino especialmente en cuanto a trabajadores y
trabajadoras cubiertos por dichos convenios. Los niveles de cobertura de la
negociación colectiva están conociendo mínimos históricos. Cada día hay más
personas que no tienen el paraguas de un convenio colectivo que garantice unas
condiciones mínimas de trabajo como puedan ser elementos tan centrales como el
salario y la jornada. A esto hay que añadir que quien si tiene convenio
colectivo, puede ver como este se convierte en papel mojado a partir del amplio
margen de maniobra que tienen ahora las empresas para dejar de aplicar lo allí
pactado.
La consecuencia de estas “bienintencionadas
medidas orientadas en la buena dirección” son que la pobreza y la desigualdad
social crece de manera importante en España y que la pobreza ha dejado de ser
un problema exclusivo de las personas sin trabajo, ya ha aparecido, y crece día
a día, el colectivo de personas con trabajo que son pobres.
3.
“La reforma propuesta trata de garantizar tanto
la flexibilidad de los empresarios en la gestión de los recursos humanos de la
empresa como la seguridad de los trabajadores en el empleo y adecuados niveles
de protección social. Esta es una reforma en la que todos ganan, empresarios y
trabajadores, y que pretende satisfacer más y mejor los legítimos intereses de
todos”.
Este propósito trataba de vender la idea de una
reforma equilibrada. La realidad nos ha dado la razón a los que sosteníamos que
la reforma iba a suponer un nuevo desequilibrio a favor del poder económico,
más grave que todos los anteriores, ya que atacaba la raíz más importante de
los derechos de los trabajadores consagrados en la Constitución Española, la
negociación colectiva, el que nos permite construir contratos colectivos de
eficacia general, el que permitía evitar la negociación individualizada, el
contrarresta la mayor fuerza del capital, con la unidad del trabajo. Era por
tanto una reforma profundamente ideológica y cuyos efectos están ya a la vista
de todos. Dificultar la acción colectiva de los trabajadores en la defensa de
sus intereses para garantizar mejoras en los márgenes de beneficios a favor de
las empresas. El mejor indicador de que
este ha sido el resultado final, está en los datos sobre brecha social que se
publican desde infinidad de instituciones, poca gente cada día mucho más rica,
mucha gente cada día más pobre.
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