lunes, 29 de junio de 2015

Carta abierta al nuevo Conseller de economía sostenible, sectores productivos, comercio y empleo.

Hoy se ha dado a conocer el nuevo gobierno valenciano. Lo primero es felicitar y agradecer la valentía de todas las personas que desde hoy asumen la nada fácil tarea de llevar las riendas del gobierno autonómico en un contexto como el actual. Estamos en una situación de alarma social en la que el paro, la pobreza y la ausencia de políticas sociales adecuadas para paliar estas situaciones, están condicionando la vida de la mayoría de la ciudadanía. Hacer frente a ello, debe ser el primero de sus objetivos.

Mucho se viene escribiendo durante las últimas semanas sobre lo que esperamos del nuevo gobierno, los trazos gruesos de unas políticas diferentes a las que veníamos padeciendo que hagan recuperar la confianza de la ciudadanía con sus gobernantes. En unas pocas líneas quiero trasladarle al nuevo responsable de Economía sostenible, Industria, Ocupación y Turismo, lo que en mi opinión, debe ser una prioridad en el marco de las relaciones laborales y la política industrial.


En primer lugar, como responsable de un una Consellería que le obligará a mantener contactos constantes con el mundo del trabajo y por tanto con los sindicatos y las patronales, que trate de entender como otros no fueron capaces de hacerlo, que el dialogo social es un instrumento útil para todos. Que a los trabajadores nos debe servir para intervenir en cuestiones que nos afectan como ciudadanos y que no se pueden abordar en la negociación colectiva, todo aquello que tiene que ver con el salario diferido y que condiciona de manera clara y directa nuestra calidad de vida y nuestras posibilidades de desarrollo. Y que al gobierno le sirve para permitir el impulso de políticas que cuentan con un respaldo social mucho más amplio y participado. Por otra parte, considero que es importante revisar y redefinir muchas cosas, cambiar inercias, reorganizar políticamente la administración para que sea capaz de dar respuesta rápida y eficaz a las demandas de una sociedad (y de un mercado de trabajo) que ha cambiado mucho y muy rápido, alejándose de las instituciones que en demasiadas ocasiones se perciben como anacrónicas en su funcionamiento. Esto nos debería exigir evaluar los instrumentos y los espacios de participación y adaptarlos a la nueva realidad para dotarlos de mayor eficacia. Lo importante no es reunirse, sino que las reuniones sirvan para impulsar políticas que permitan cambiar el modelo productivo, democratizar las relaciones laborales, anticipar respuestas a los conflictos, etc...

En segundo lugar, recordar que el País Valencià tiene una tasa de desempleo superior a la media nacional, unos salarios inferiores y un tejido productivo extraordinariamente castigado por la apuesta estratégica de las últimas décadas. Revertir esta situación no es fácil y lo sabemos, pero no imposible, solo podremos hacerlo si diseñamos un plan de trabajo ambicioso a la vez que sensato, evitando los atajos que nos llevaron donde estamos, analizando necesidades reales y priorizando inversiones. En mi opinión esto nos obliga a repensar muchas de las cosas que se venían haciendo, desde la política industrial a la oferta de servicios.

En tercer lugar pero tan importante como los anteriores y no menos urgente, existen en nuestra comunidad demasiadas personas viviendo bajo el umbral de pobreza, que esta crisis y las políticas austericidas han arrastrado hasta situaciones dramáticas que necesitan una respuesta inmediata por parte de la administración. Se debe entender Que las prestaciones sociales no son privilegios sino derechos, que la distribución de competencias entre autonomía y estado no puede seguir siendo la excusa que deje a las personas sin esa necesaria red de protección. El nuevo Consell y el nuevo Conseller tienen la oportunidad de demostrar que los derechos sociales reconocidos en la Constitución Española y en infinidad de leyes que la desarrollan, no son palabras vacías, sino derechos reales y que por tanto, una de sus prioridades será garantizar su concreción en beneficio de todas aquellas personas que tanto lo necesitan.


viernes, 12 de junio de 2015

Acuerdo del Botánico

Nunca, en la historia reciente del País Valencià, un acuerdo fue tan deseado, independientemente del contenido concreto del mismo. Tal vez sea empezar muy fuerte, pero veinte años de gobierno del PP y convertir el PV en todo un referente internacional de la corrupción y el despilfarro no es para menos. El que este acuerdo, independientemente de lo que dice y de lo que calla, haya visto la luz, es por tanto un hito que cualquier ciudadano con un mínimo de cultura democrática y sentido de la higiene política debería celebrar.
Una vez manifestada mi alegría por el hecho en sí, entremos en el contenido. Consciente que alcanzar acuerdos siempre es una tarea complicada y que si estos lo son a tres bandas, la dificultad aumenta, creo que en líneas generales marca un punto de partida que recoge muchos de los anhelos de un pueblo, el valenciano, muy castigado por los recortes, la corrupción y el ninguneo constante de los que lo venían gobernando hacia el conjunto de la sociedad. Hay ya quien me ha hecho llegar críticas de lo más variadas sobre el documento, olvidos, errores o vaguedades. Entiendo que se mire con lupa todo lo que se viene haciendo y diciendo, pero quiero poner en valor algunas cuestiones.


Se trata de un acuerdo a tres bandas. Esto tiene al menos dos elementos que creo que vale la pena destacar.
 
  • Por un lado supone como ya he dicho una dificultad añadida al incorporar más actores a la negociación. En otros ámbitos me ha tocado negociar muchos acuerdos y algunos de los que ahora defienden este acuerdo han criticado hasta el insulto alguno de ellos. Yo no lo haré, aunque indudablemente hay cosas que no me gustan, pero hay que entender que los acuerdos, en cierta medida, son posibles cuando todos los que acuerdan alcanzan un punto en que se encuentran razonablemente insatisfechos/satisfechos (no pone todo lo que quisiera o sobra algo, pero al final resulta asumible tanto las ausencias como los excesos).

  • El segundo elemento y en este caso me parece muy relevante es la firma de Podem, no sólo para permitir la investidura sino asumiendo también responsabilidades de gobierno. Unas horas antes de esta firma, veía a unos de los máximos dirigentes de Podemos, Rafa Mayoral, en el debate de La Tuerka criticando duramente a IU por haber pactado en algunos casos con el PSOE y que eso va contra el proceso transformador que ellos impulsan. Diez horas después, el máximo responsable de su partido en el PV, Antonio Montiel, se hacía la foto firmando junto a PSPV-PSOE y Compromis, una acuerdo de gobierno para darle la Presidencia de la Generalitat a Ximo Puig, del PSPV-PSOE, implicando a la organización en responsabilidades de gobierno. Algunos criticaran este paso, las directrices de Pablo Iglesias parecían claras, pero entre Valencia y Madrid siguen habiendo 365 Km de distancia y por muy lícitas que sean las aspiraciones políticas de cada cual, las necesidades reales y urgentes del pueblo valenciano, deben estar por encima de anhelos personales. No sé qué consecuencias pueda tener esta “deslealtad” orgánica de Montiel, pero en cualquier caso, saludo y celebro su valentía. A la política se viene a romperse uno las manos trabajando para los demás, y esconderse detrás de tacticismos es peligrosísimo y como muestra la situación que puede producirse en Asturias si “el ponerse de perfil” de Podemos permite un gobierno de Álvarez Cascos.


Otro elemento que me ha llamado la atención es que la introducción habla de emprendedores, de empresarios, pero no lo hace de trabajadores. Supongo que para algunos hablar de trabajadores es usar “palabras viejas”, pero el primer trabajador por cuenta ajena es tan antiguo como el primer empresario (referencia que si aparece) y por otro lado, el uso del término emprendedores siempre me ha parecido un eufemismo muy desafortunado y más conociendo lo que aquí llamamos emprendedor y lo que es en realidad.

Me ha preocupado más que aunque el documento deja clara su apuesta por la paridad, su primera oportunidad de demostrar que lo que dicen y lo que hacen casa bien, la han desaprovechado, la Mesa de las Cortes formada por cinco varones es un mensaje triste, no es un error estético, es un error político y grave. Espero que sean conscientes y que corrijan, si hay algo peor que equivocarse, es no reconocerlo e insistir en el error.

Algunas ausencias del documento como puedan ser las cero referencias a las Universidades Públicas valencianas y el papel que están llamadas a jugar y al Medio Ambiente o un pasar de puntillas (simple enunciado sin propuesta alguna) sobre la cultura, son “olvidos” preocupantes, pero estoy convencido que también esto se irá corrigiendo.

Por último señalar que el trabajo que se ha hecho para alcanzar el acuerdo ha sido complicado y hay que felicitar a todas las personas que lo han hecho posible, pero modestamente también sugerir que sean conscientes que los equilibrios que se han construido son muy inestables y que cualquier movimiento brusco puede quebrarlos. La tarea que hay por delante es apasionante pero muy compleja, los intentos para hacer naufragar el proyecto van a ser muchos y vendrán desde diferentes ángulos. La responsabilidad y la templanza serán necesarias. Para que el barco navegue en la dirección adecuada aun a pesar de los vientos en contra, hará falta que los que llevan el timón y los que reman sean conscientes que es tarea compartida, que sumar multiplica y que construir una alianza solida con los sindicatos y el conjunto de la sociedad civil es fundamental. Se abre una etapa en la que el Diálogo Social en el PV tiene que ser algo más que la firma de acuerdos cada dos, tres o cuatro años y que no han llegado a desarrollarse en toda su amplitud y lo debemos convertir en una potente herramienta que desde el ámbito de las relaciones laborales contribuya a la transformación social. 

martes, 9 de junio de 2015

FIRMA O NO FIRMAR, esa es la cuestión

Ayer se firmó el III Acuerdo por el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) por los sindicatos CCOO y UGT y las patronales CEOE y CEPYME. Estas firmas siempre van acompañadas de una foto que suele levantar polvareda entre los que gustan de señalar como errores ajenos cualquier acuerdo que no suponga el fin del modelo capitalista. En unas líneas trataré de destacar los elementos que considero más relevantes de este  acuerdo.

Comenzaré con una cuestión de perogrullo que a veces se olvida. El AENC, éste y los anteriores, es un acuerdo para los negociadores, no para el público en general. ¿Qué quiere decir esto? Que tratándose de un acuerdo obligacional, al contrario de lo que parece indicar su nombre, no es de obligatorio cumplimiento ni de afectación directa a trabajadores y empresas. Se trata más de lo que podríamos llamar una recomendación o incluso una sugerencia. Una recomendación dirigida a aquellos que negocian convenios colectivos (y no al mundo mundial). Creo que es necesario aclarar esto ya que muchas críticas vienen de personas y/o organizaciones que no los negocian, ya sea por propia voluntad de no hacerlo que además son las mismas que no cuentan con el respaldo necesario de los trabajadores para negociar este tipo de acuerdos. ¿Quiero decir con ello que estas personas u organizaciones no tienen derecho a opinar sobre el mismo?, no, nada más lejos de mi voluntad, pero sería necesario que al hacerlo, fuesen conscientes de lo que analizan, por no confundirse ellos y por no confundir al personal. Este acuerdo sirve por tanto para ayudar a negociar los convenios colectivos, para orientar sobre los diferentes elementos que configuran el convenio, que es lo que acaba convirtiendo una suma de materias en un todo de obligado cumplimiento.

Los acuerdos pueden fraccionarse en cada una de sus partes para hacer la crítica, pero al final hay que hacer el análisis del conjunto. Unas partes se apoyan en otras, permiten darle coherencia y significado.

Este acuerdo pretende compaginar la necesidad de apostar por la contratación estable y la causalización de la contratación temporal, con la necesaria ganancia de poder adquisitivo de los salarios. Todo ello en un contexto en el que mantener la vigencia de los convenios colectivos sigue siendo labor prioritaria, frente al empecinamiento del gobierno de vaciar de contenido la negociación colectiva.

 Los convenios sectoriales tienen que ajustar las posibilidades de contratación a la realidad del sector, ajustando criterios y requisitos. Los salarios deben crecer necesariamente. Entrar en un periodo de recuperación de los salarios (poniendo fin a aquellos acuerdos de inaplicación salarial que han provocado con carácter general una bajada de los mismos) y pactando en los nuevos convenios incrementos que les permitan crecer. Hay que recordar para aquellos que dicen que el 1% de incremento es insuficiente dos cosas, la primera que el IPC interanual está en el -0.6 y la segunda que los convenios que se venían firmando antes de la firma de este AENC estaban lejos del 1% de incremento.

Respecto a la necesidad de mantener los convenios, dos ideas, que no por obvias voy a dejar de insistir. El convenio colectivo sectorial como contrato colectivo que regula los elementos esenciales de la relación laboral es fundamental para conseguir condiciones de trabajo dignas para la mayoría de la clase trabajadora. La no firma de los mismos, su prorroga automática (con la consiguiente congelación salarial) o la desaparición de unidades de negociación, sólo beneficia a las empresas que tendrán más margen de maniobra para aplicar de forma individualizada condiciones de trabajo. Y en segundo lugar, las posibilidades que desde la reforma laboral se ponen a disposición de las empresas para “acordar” (entiéndase la expresión como un eufemismo) allí donde los trabajadores no tienen representación legal a través de comité de empresa o sección sindical, supone una vía de agua por debajo de la línea de flotación de los convenios colectivos y por tanto debemos trabajar inteligentemente para taponarlas y evitar que la negociación colectiva sea cada día más, una cosa de menos.


El AENC es un acuerdo positivo si se analiza para qué se hace, si se entiende a quién va dirigido y se conoce el funcionamiento de la negociación colectiva, si por el contrario, lo que se pretende es que de respuesta a otros males que tiene el mercado de trabajo o la sociedad en general, evidentemente resulta totalmente insuficiente, pero claro, eso sería confundir el papel del sindicato con el del partido político y estaríamos hablando ya de otras cosas...