martes, 14 de octubre de 2014

Otras voces, otros ámbitos

Siempre dije que ceder la gestión de lo público a quien insiste en recordarnos que la gestión pública es ineficaz, y aboga consecuentemente por privatizar todo lo susceptible de ser privatizado, no era una opción inteligente.
Dije siempre que dejar que el impulso a la ciencia, al progreso y a la investigación cayera en manos de los que blandían la fe cristiana como la más certera e infalible explicación del porqué de las cosas, suponía arriesgarse a caminar hacia atrás.
He dicho siempre también que quienes no iban a permitir que la realidad les arruinase un buen titular, acabarían pasando también del titular y apostando directamente por el negocio, y que detrás del neoliberalismo vendría el neoperiodismo, que, como dijera el poeta, “no es lo mismo pero es igual”.
Sigo diciendo que organizarse colectivamente para perseguir sueños, utopías, o simplemente un poco de justicia social, por decirlo de tres maneras distintas, es la única posibilidad que tenemos los que nada tenemos de vivir algo mejor que los que vivieron antes que nosotros.
Es esto último lo que alimenta más debates en mis círculos más próximos (me refiero a los círculos al modo de Marcelino Camacho en su “Charlas en la prisión”, y no a los que ha creado el joven Pablo Iglesias), donde gente indudablemente de izquierdas e indudablemente formada políticamente se enzarza en discusiones para poner de manifiesto bondades y miserias tanto de Izquierda Unida como de Podemos, sus anhelos, sus reservas, etc.
Ciertamente, Podemos ha llegado a ámbitos donde la izquierda no estaba llegando; ha evitado que se pierdan parte de los “desencantados” por los grandes partidos, principalmente el PSOE; ha frenado las expectativas de crecimiento de Izquierda Unida. Que sea un partido que ha venido para quedarse dependerá de la habilidad de sus líderes y de la política que hagan cuando pasen de fenómeno televisivo (dicho con todo el respeto y cariño) a gestores de lo público, a nivel municipal, autonómico o estatal.
Ciertamente, el PP ha sido capaz de crear un frente común de la derecha en España, recogiendo desde liberales a reaccionarios, pasando por demócrata-cristianos y conservadores, y eso les ha permitido gobernar incluso con mayorías absolutas.
Ahora, el reto de la izquierda, entendida como todo lo que hay a la izquierda del PSOE, es generar los espacios de confluencia que nos lleven no sólo a llegar al poder sino a tomarlo.
Se equivocan los que desde Podemos juegan al “todos los partidos políticos anteriores son casta”, se equivocan porque la gente que lleva décadas peleando contra las políticas de PP y PSOE está ahí, y apartarla para que lleguen los que no estaban no suma, y se trata de sumar, sumar a unos y a otros, sumar los que ya estaban, los que han vuelto y los que acaban de llegar, para garantizar que, en suma, somos más, que somos todos los que estamos, que estamos todos los que sumamos.
Otra forma de hacer política no es sólo una posibilidad, es imprescindible. Compartir objetivos y prioridades es el camino, elaborar un programa es la forma. Construir un mundo más habitable empieza a ser, entonces, una realidad.


martes, 30 de septiembre de 2014

Exhibición impúdica

Que la crisis ha sido creada para que los ricos engrosen su riqueza y los pobres se multipliquen y aumenten su pobreza es algo que ya nadie discute.

Que los grandes partidos políticos han trabajado para quien les paga (ya no los ciudadanos con sus impuestos sino los bancos con sus préstamos y condonaciones) nunca ha sido tan evidente.
Que los bancos fueron rescatados secuestrando el carácter social del Estado, lo han descubierto hasta quienes renegaban de los servicios públicos y ahora los necesitan.

Que la destrucción de empleo no se ha limitado a dejar a millones de personas sin trabajo y sin prestaciones, y aquéllos que han conservado el puesto lo han hecho en muchos casos a costa de injustificadas rebajas salariales y pérdida de condiciones laborales ya no genera asombro.

Que la supuesta recuperación siga siendo para la clase trabajadora una ilusión, cuando no una broma de pésimo gusto, un juego de prestidigitación imposible de creer ni queriendo, ya no se puede disimular ni siquiera con el habitual maquillaje que soportan las estadísticas.

Que en medio de esta desolación nos enteremos de que apenas a 72 horas de dimitir como Ministro de Justicia, el Sr. Ruiz Gallardón ya tiene una ocupación remunerada con 8.500 euros al mes, tal vez no sea lo peor que le pueda pasar a este país, pero sin duda sorprende que no sorprendan más de 6 millones de paisanos en interminables colas en las oficinas del paro, agotando prestaciones y esperanzas, perdiendo la casa o la salud, incorporando a su rutina el viaje diario al comedor social, mientras en la calle Génova se repartían, y tal vez se sigan repartiendo, sobres, puestos de trabajo, favores…

Convencido de que el pudor es cosa de pobres, es justo reconocer el mérito de Ruiz Gallardón, entre otros, al recordarnos casi a diario que ellos son los mercaderes y nosotros la mercancía.

martes, 5 de agosto de 2014

Memorias de... cronopios, famas y esperanzas.

”Parte de nuestros males proviene de que hay demasiados hombres vergonzosamente ricos o desesperadamente pobres”, lo dijo Marguerite Yourcernar por boca del gran emperador romano Adriano, lo dejó escrito hace algunos años, situó la frase muchos siglos atrás y sigue siendo hoy tan cierta como dolorosa.

Pretende ser este muro una pizarra donde dejar escritas algunas ideas, un atril desde el que gritar algún pensamiento incómodo, impertinente si se quiere, un cuadernillo donde anotar más anhelos que certezas.

Con el deseo de no sucumbir a un exhibicionismo excesivo, abro la primera página de este libro, a partir de ahora, a juntar palabras...