Mañana 7 de octubre tendrá lugar la Jornada Mundial
por el Trabajo Decente que desde la Confederación
Sindical Internacional (CSI) se impulsó por primera vez el
año 2008.
En un mundo globalizado donde la mayor parte de los
productos que consumimos están fabricados en diferentes países, con desigual
reconocimiento de derechos laborales y sociales; incluso en condiciones que en
no pocos casos se pueden definir como de esclavitud, es importante señalar que
el crecimiento económico no siempre se traduce en mejora de la calidad de vida
de las personas que han contribuido con su trabajo en conseguir ese
crecimiento.
Reivindicar a
nivel mundial el Trabajo Decente, implica no solo reivindicar el reconocimiento
de derechos básicos en materia laboral y/o social en los países menos
desarrollados, sino también la recuperación de los derechos laborales y
sociales que se nos han ido arrebatando en nuestro propio país en esta última
década.
Las reformas laborales impuestas por el gobierno
Zapatero y el de Rajoy que obtuvieron como respuesta la convocatoria de tres
huelgas generales, decían pretender una salida a la lamentable situación de
nuestro mercado de trabajo, agravada (que no generada), por una crisis
financiera y económica que no tenía su origen en la rigidez o el exceso de
regulación, como algunos insistían en repetir, sino en un modelo de desarrollo
económico asentado sobre el capitalismo de casino y en el caso valenciano, recrudecido
por una explosiva combinación de burbuja de la construcción y tramas mafiosas
reconvertidas en partidos políticos con amplia presencia en las instituciones.
Que el objetivo de la reforma laboral era devaluar
salarios, admite ya poca discusión (incluso Rajoy llegó a verbalizarlo), que el
modo en que pretendían conseguirlo pasaba por destrozar la negociación
colectiva y debilitar a los sindicatos, también ha quedado claro, pero ¿cabe
resignarse y aceptarlo como una maldición divina limitándonos a explicarlo? o
por el contrario ¿es más necesario que nunca acumular fuerzas para enfrentarse
a esta realidad manifiestamente injusta?
CCOO solo puede optar por la segunda alternativa, en
ese sentido venimos planteando acciones concretas que puedan revertir esta
situación. Hemos propuesto y acordado en el diálogo social en el PV la
inclusión de cláusulas sociales en la contratación pública para garantizar
estabilidad y calidad en el empleo que se genera, tanto de manera directa como
indirecta, por las administraciones públicas. Impulsamos propuestas con el
objetivo de responsabilizar a las empresas usuarias de los incumplimentos de
todas las empresas que participen en su cadena de suministros para frenar el
efecto que la subcontratación está generando en el conjunto de la economía en cuanto
a deterioro de condiciones de trabajo. Exigimos también, para aquellas personas
que queriendo trabajar no encuentran un empleo, una prestación de ingresos
mínimos para quienes carecen de algún tipo de ingreso y que les permita cubrir
las necesidades básicas.
Exigimos que se incremente el SMI hasta los 800 euros
de manera inmediata y se garanticen subidas progresivas durante la próxima
legislatura hasta alcanzar el 60% del salario medio, para revertir el incremento
de los trabajadores pobres.
Son reivindicaciones justas que persiguen, junto con
muchas otras, impulsar un cambio en nuestro modelo de relaciones laborales,
apostando por la estabilidad y la calidad en el empleo como el único camino
real para reducir el drama que supone una sociedad masivamente precarizada y
empobrecida, con un futuro hipotecado y donde la brecha social está dejando a
demasiada gente en la estacada.
Este viernes 7 de octubre, llamamos a la participación
en las movilizaciones convocadas en todo el mundo, para exigir trabajo decente.
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