Mañana juzgan a ocho compañeros
míos. No los conozco personalmente, pero sin ninguna duda son mis compañeros. Compartimos
compromiso social, luchas y la convicción de que sólo organizándonos podemos
mejorar las condiciones de vida de nuestra gente. Su delito no es otro que
defender mis derechos (y los tuyos).
La constitución española reconoce
el derecho a huelga como un derecho fundamental y por tanto, especialmente
protegido. El código penal por su parte mantiene en su artículo 315.3 un
redactado franquista que persigue con más saña a quien en el ejercicio de su
derecho monta un piquete de huelga que al que en el ejercicio de su poder
(económico o de dirección) impide a alguien ejercer su derecho de huelga. Que
hay una contradicción entre la Constitución y el Código Penal es evidente. Que
el gobierno del PP, que ha modificado el Código Penal para limitar derechos y
libertades, no ha querido adecuarlo al mandato constitucional también. Que un
artículo como el 315.3 que llevaba décadas “dormido”, despierte simultáneamente
en toda la geografía nacional con jueces y fiscales de diferentes comunidades
autónomas empecinados en perseguir sindicalistas no parece fruto del azar y sí
de una división de poderes muy desdibujada por no decir inexistente.
La ley mordaza, la de seguridad
ciudadana, el encarcelamiento de dos titiriteros por hacer una sátira (con
mayor o menor acierto) o la persecución sistemática de sindicalistas por
defender derechos colectivos son algo más que síntomas de que algo no está
funcionando bien.
Los más jóvenes no habrán oído
hablar del Proceso 1001, pero el paralelismo es inevitable, nuestros
compañeros, los de entonces y los de ahora, enfrentando penas de cárcel por
defender nuestros derechos, los de la clase trabajadora.
Mañana, como entonces,
sindicalistas de las Comisiones Obreras se sentaran delante del juez, habrán pasado
entre un juicio y el otro más de cuarenta años, pero mientras algunas cosas
parecerá que han cambiado poco, como esos héroes de la clase trabajadora
que viven la lucha con la generosidad
del que sabe que el camino se hace andando, otras serán radicalmente distintas,
en las calles, por suerte no sonará el ruido de sables que acompañó el Proceso
1001, pero tampoco sonará (lamentablemente) el clamor popular que entonces
arropaba a los nuestros. Algunas veces da la sensación que nuestra democracia
se ha hecho vieja antes incluso de haber madurado.
Algo no está funcionando bien
cuando, en pleno siglo XXI, tenemos que insistir que Huelga No Es Delito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario